Por Mar Morales

“Qué madres les importa si salgo o no. Yo no me voy a estar encerrada nunca, allá ustedes que siguen así por pendejos! Yo soy libre…”

Por supuesto que no, lo que acaban de leer no salió de mi ronco pecho, pero sí tuve la oportunidad de leerlo en un grupo de whatsApp donde le sugerían a la “afectada”  que dejara de andar todo el día en la calle, visitando gente y haciendo reuniones en su casa.

¿Conocen a alguien así?

Les puedo asegurar que sí, de hecho yo conozco más de uno que tiene esas ideas, tanto que a veces creo que la única que piensa en no salir soy yo.

Pero vamos a ver las cifras de miedo.

Los muertos en el país ya van en más de 43 mil, pero si esto no es motivo que les apure a los “rebeldes” que quieren ir contra las indicaciones sanitarias y les da harta jiribilla andar en la calle, quizá sí les pueda doler el bolsillo porque ahí también las cifras son de infarto.

¿Desempleados? Por millones. ¿Negocios en quiebra? Igual

Y fíjense nada más. El sector turístico y restaurantero están al borde del colapso lo cual no es tema menor, ya que son uno de los pilares fundamentales de nuestra economía.

En días pasados  la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y de Alimentos Condimentados (Canirac), en voz de su presidente, Germán González, lamentó la falta de apoyo gubernamental al sector y de plano dijo “Nos dejaron solos”.

Lo mismo pasa con el ramo hotelero.

En días pasados  Luis Barrios, director general de Hoteles City Express, hizo un llamado de auxilio al presidente de la república para  que otorgue créditos con montos  suficientes para mantener la nómina y gastos esenciales, ya que los que otorgan no alcanzan y la pandemia no parece tener fin.

Pero Barrios al día de hoy no ha recibido respuesta.

Vaya lío, porque entre los necios que no se quedan en casa y los sordos que no auxilian a sectores claves para salir del hoyo, estamos en una encrucijada real y no vemos ni por dónde se pueda volver a reactivar todo, tan es así que en Boca del Río, donde se empezaba con la apertura de algunos comercios y se puso el semáforo naranja se tuvo que dar marcha atrás y se volvió a rojo, dejando de nuevo sin empleo a una buena cantidad de personas.

 Qué complicado se vuelve todo cuando ni nosotros, los ciudadanos de a pie, ni las instancias gubernamentales ponemos de nuestro lado para librar de la mejor manera la emergencia.

¡Ah! Pero eso sí, el presidente ya de plano reconoció que las cosas se les fueron de las manos y que el covid-19 “pegó más que en otros países”. ¿A poco? Como decía mi abuela:  ”Quiero el remedio y el trapito” porque con solo reconocer la bronca que tenemos ni se reviven los muertos ni los que están sin empleo tendrán para comer. ¿No creen?