El gobierno de Andrés Manuel López Obrador enfrentó en su primer año retos de inseguridad, obstáculos legales a sus proyectos de infraestructura, la sombra de Trump y hasta renuncias al gabinete de quienes fueron colaboradores incondicionales.

Cada mes en su primer año como titular del Ejecutivo, López Obrador vivió desafíos que marcaron su gobierno y de los que, pese a las expectativas, salió a flote.

Algunos por decisiones que él tomó, como cancelar las estancias infantiles o enviar una carta al papa Francisco y al rey de España exigiéndoles disculparse por la Conquista, hasta hechos que salieron de sus manos y pusieron su gobierno a prueba, como el desplome de un helicóptero que le costó la vida a una gobernadora, la explosión de un ducto de Pemex que dejó decenas de muertos, un operativo fallido en Culiacán o las amenazas de Trump.

En medio de todos esos desafíos a su administración, el titular del Ejecutivo siempre pidió calma e hizo frente a momentos que parecían crisis nunca antes vistas, como las protestas de policías federales o la liberación del hijo de un narcotraficante.

En el arranque del sexenio se desplomó el helicóptero de la gobernadora de Puebla, Martha Érika Alonso, y su esposo el senador Rafael Moreno, sin que aún haya un informe final de las causas. Después inició el plan contra el huachicoleo que derivó en el desabasto de combustible por cerrar ductos.

En ese mes explotó el ducto de Pemex en Tlahuelilpan, Hidalgo, que dejó 137 muertos. En seguridad, el asesinato de 13 personas en Minatitlán, Veracruz, en abril, lo llevó a adelantar el despliegue de la Guardia Nacional en esa zona.

Octubre marcó su gobierno cuando por un operativo tuvo que liberarse a Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo Guzmán, luego de que su hermano Iván Archivaldo frustró la detención poniendo a Culiacán, Sinaloa, en llamas, amenazando a militares y amagando con atacar edificios en los que vivían con sus familias.

El presidente de EU, Donald Trump, ha sido factor en el primer año de gobierno; en mayo amenazó con imponer aranceles si no se reducía la migración. México negoció y acordó cambiar la política migratoria de brazos abiertos que promueve.

En agosto, un tiroteo en El Paso, Texas, en el que perdieron la vida seis mexicanos, llevó a un enfrentamiento por la venta de armas en ese país y la exigencia para que Trump ajustara sus mensajes hostiles. Pero en noviembre comenzó a ponerse en riesgo la buena relación con Donald Trump después del asesinato de nueve integrantes de la familia LeBarón en Bavispe, Sinaloa.

El republicano ofreció su ayuda y ante un rechazo del gobierno mexicano, semanas después confirmó su intención de declarar a los cárteles como terroristas, pese al rechazo poco tajante del tabasqueño. López Obrador también enfrentó renuncias. El ex panista Germán Martínez renunció al IMSS en el momento más difícil por las denuncias de desabasto de medicamentos.

Pero el verdadero golpe lo dio Carlos Urzúa, uno de los personajes de mayor confianza de López Obrador y quien ocupó la estratégica Secretaría de Hacienda. Urzúa renunció acusando a quien fuera su jefe y amigo de tomar malas decisiones, de no saber de economía, de poner en riesgo la estabilidad económica, salpicando de acusaciones a otros personajes del gabinete. El Presidente cerró el año con otras polémicas como la defensa del nombramiento de Rosario Piedra al frente de la CNDH o darle asilo al ex presidente de Bolivia Evo Morales