En esta primera entrega de nuestro tema de portada de septiembre de 2019, el empresario Juan Gallardo Thurlow, de amplio paso por la industria refresquera mexicana, y distinguido capitán de empresa, se refiere al papel del empresariado en tiempos de la 4T.

Juan Gallardo Thurlow tiene lo que se necesita en estos tiempos: capacidad de adaptación.

También, una vasta experiencia en negociaciones comerciales con Estados Unidos y una fórmula para lidiar y no asustarse por el rumbo que toma el país bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. “Afortunadamente, tengo un defecto espantoso, y es que soy un nacido optimista”, señala.

Gallardo tiene 70 años y, como empresario, pasó varios momentos económicos difíciles por los cambios de sexenio, pero no le han hecho mella. Tiene en sus manos todo el negocio refresquero de la multinacional PepsiCo en el país y una participación en el Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP), y aún se embarca en nuevas iniciativas de negocio, como el lanzamiento de un tequila en una joint venture con Möet Hennessy-Louis Vuitton.

Entre lo que más destaca en su historial es haber sido parte de la negociación del TLCAN hace más de 25 años, experiencia que es aprovechada por los empresarios que encabeza Moisés Kalach en la negociación del T-MEC, y ahora cabildea a favor de su ratificación por parte de los congresistas de Estados Unidos. “Estamos en el proceso de vender el producto [en Estados Unidos].

En México, ya se compró y aprobó; en Estados Unidos, ya se terminó y estamos en el proceso de que el Congreso lo entienda bien en todas sus facetas”, dice Gallardo, quien encabezó el llamado Cuarto de Junto empresarial en la negociación del acuerdo original, a principios de la década de 1990.

Gallardo hace un sutil deslinde de la posición mayoritaria del sector privado frente a la transición que vive el país, al afirmar que tiene afinidades con el presidente López Obrador en temas como el desarrollo del sureste del país y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas.

“Creo que hay una gran coincidencia con sus aspiraciones [disciplina fiscal, lucha contra la corrupción y la inseguridad, tener crecimiento económico y Estado de derecho], pero lo importante está en la ejecución”.

Además de optimista, se muestra conciliador. Indica que el verdadero reto del sector privado ante el cambio de gobierno es establecer los puentes de comunicación y las prioridades. “Suena sencillo; no necesariamente lo es”, acepta. Pero no le parece irresoluble.

“Que no tenemos visiones iguales  (con el actual gobierno) en muchos temas, pues sí, es cierto; pero, si tenemos visiones iguales en muchos otros, concentrémonos en ellos”, recomienda.

Una diferencia con el gobierno, no insalvable, aclara, es la forma de contratar de Pemex. Para proveer a la petrolera, hay que pasar por 18 comités diferentes, señala, y seis meses después de hacerlo, aún no se sabe si se obtendrá el contrato o no. “No hay duda de que Pemex es una de las empresas más complejas para venderle algo”.

El problema se resuelve con una simplificación administrativa, la cual, añade Gallardo Thurlow, se ha anunciado y está en proceso de ejecución, con la ventaja de que ya está establecido el concepto de compartir tanto el riesgo como los beneficios con los privados, en lugar de, simplemente, contratar; en ello radica el incentivo para entrarle.

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La obligación del sector privado es acercarse y aportar, apunta. Más que teorías, lo que deben dar los empresarios son soluciones, con la ayuda de los mejores expertos en temas como impuestos, subsidios y otros apoyos gubernamentales, etcétera.

“Todo privado debe interesarse en entender bien el programa de trabajo y sumarse; no ver los toros desde la barrera. Es muy fácil decir que en el gobierno ‘no están haciendo esto o aquello. Deberían dar más o menos manotazos, deberían…’, [cuando lo que] se está provocando es un proceso muy interesante de incorporarse a buscar soluciones conjuntas”, comenta el empresario, presidente del Consejo de Administración de Organización Cultiba, que incorpora la totalidad del negocio integrado de las bebidas PepsiCo en el país, que tiene más de 45,000 trabajadores, 40 plantas y 15,000 camiones de reparto.

Foto: Angélica Escobar/Forbes México.

Juan Gallardo Thurlow asegura que es momento de trabajar más en las coincidencias de la IP con el gobierno de la 4T. Foto: Angélica Escobar/Forbes México.

Además, es miembro del Consejo de Administración y accionista de Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP) e integrante de los consejos de Caterpillar y Banco Santander.

A centrarse en las coincidencias

A Gallardo Thurlow no le asusta la 4T. Asegura que, derivado de la reunión del presidente López Obrador con el Consejo Mexicano de Negocios y el CCE, en junio y julio, no sólo se identificaron los tipos de proyectos en los que hay coincidencia y se tomaron la foto, sino que se habló de cómo darles seguimiento y crear el andamiaje para echarlos a andar y que funcionen. “En eso estamos”.

Concuerda en que el sureste es uno de los mayores retos del país, a la vez que una oportunidad de participar para el sector privado. “¿Cuál es la primera prioridad? Hacerle llegar la infraestructura y la energía”. Con esos dos elementos, que él define como el motor de la región, se pueden detonar otros sectores, como el agropecuario, que tiene un potencial enorme para generar riqueza.

“El sureste no está condenado a [padecer para siempre] su situación actual”, comenta. “Están los terrenos, el agua; faltan los caminos, la infraestructura y la energía. Entonces, la solución está plasmada en la ejecución”. Se refiere a definir qué organización hará qué instalaciones, qué espacio tendrá, a quién se le dará apoyo para el arranque para que, luego de un tiempo, se consolide, y a quién se le ayudará con la comercialización de sus productos dentro y fuera de México, y con qué cadenas comerciales se hablará para que les abran espacio en sus anaqueles, etcétera.

“Qué más coincidencia podemos tener con el nuevo gobierno que buscar las formas de allegar esos recursos y, luego, colgarle a cada producto y a cada evento un responsable”.

En la campaña presidencial, el año pasado, empresarios como Germán Larrea (Grupo México), Alberto Baillères (Grupo Bal), Héctor Hernández-Pons (Grupo Herdez), José Ramón Elizondo (Grupo Vasconia) y Andrés Conesa (Aeroméxico), entre otros, llamaron, explícita o veladamente, a sus empleados o a la opinión pública, a no votar por López Obrador. Gallardo resta importancia al hecho.

Toda campaña supone que hay diferentes opiniones; no tiene nada de malo. Que cada quien se aferra a lo que quisiera que fuera… no tiene nada de malo; y que cada quien defienda lo que sienta que debe de ser o lo que crea que le funciona mejor.”

Lo que sí es importante, señala, es que empresarios y gobierno caminen juntos. “No alcanza con uno sólo. ¿Cómo repartirnos la chamba? Pues, en eso estamos”.

Su llamado, una vez más, es pasar de la queja a la propuesta. “Insisto mucho en que vale la pena, y se lo digo a su público, que cada quien en su actividad se incorpore, se entere de lo que está sucediendo y, sobre todo, aporte sus ideas, sugerencias, tiempo y credibilidad. Eso es lo que hace fuerte al sector privado. Es lo que sucedió con los distintos tratados comerciales [firmados por México]”. Hace una pausa.

“¿Qué hizo que el TLCAN funcionara?”, se pregunta luego. “Que se habló con una sola voz”, se responde.

Desmiente a quienes afirman que el sector acerero del país fue usado como moneda de cambio, que los negociadores mexicanos del T-MEC no pelearon lo suficiente por la eliminación de los aranceles al acero y al aluminio impuestos arbitrariamente por Trump, con tal de lograr que el mandatario firmara el acuerdo. Se puede debatir la estrategia negociadora que se siguió, responde, pero, desde luego que se peleó por los acereros.

Gallardo ve como un gran activo de México que la voz única del empresariado esté perfectamente enlazada con la voz del gobierno. “Las decisiones se van tomando por consenso, y así se ha hecho durante 30 años”, indica.

Desde su punto de vista, esa sintonía perdura con el actual gobierno. Optimismo puro.

 

 

 

 

 

 

Fuente: Forbes Mexico.