“Houston, aquí Base de la Tranquilidad. El águila ha alunizado”. Éstas fueron las palabras de Neil Armstrong cuando el 20 de julio de 1969 el hombre logró la hazaña, llegar a la superficie lunar.

A 50 años de este hecho, “merecemos un festejo”, aseguró Eduardo Piña, coordinador de las actividades del aniversario en el Universum, Museo de la Ciencias en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Se trata del único objeto fuera de la tierra que ha sido visitado por los seres humanos. “Este hecho nos dio gran apertura para saber cómo se formó la tierra y, por supuesto, su compañera, la Luna”.

Que el Universum dedique tres días completos (19, 20 y 21 de julio) para congratularnos de este hecho no es casualidad. Después de que la misión Apolo 11 regresó a la tierra, se repartieron rocas lunares en 135 países de todo el mundo, como un gesto de buena voluntad. Uno de los receptores fue México y esa roca se encuentra en este museo.

Las rocas han resistido todas las pruebas geológicas posibles en laboratorios de todo el mundo. Son la prueba palpable de la llegada a la Luna y su valor es incalculable.

Las dos rocas lunares

En total son dos rocas las que se encuentran en territorio mexicano, “una la trajo el Apolo 11 y no se puede tocar, porque está al vacío y respetando los protocolos de la NASA. Pero hay otra transportada por el Apolo 17, la última misión a la Luna hasta ahora. Esa sí se puede tocar. La gente puede vivir la experiencia”. Gracias a esas piedras, se ha podido determinar la edad y los componentes de la luna, entre muchos otros aspectos que se investigan.

“Desde que se concibió Universum, la idea era ser repositorio de la ciencia y desarrollo científico que se hace en la UNAM (…) Para nosotros es una gran responsabilidad resguardar este tesoro. No todos los museos resguardan objetos tan valiosos como éste, que es un hito para la humanidad”, aseguró Piña.

Por ello, este espacio no se podía quedar atrás. “Pensamos que no sólo hay que conmemorarlo, sino entender más acerca de la Luna”, dijo. En este sentido, habrá talleres sobre cómo se forman los cráteres y cómo se construyen los cohetes que llevaban las naves al espacio y que ya no hay como en aquel entonces. ¿Qué es la carrera de la Luna? Esto también se discutirá mediante conferencias, observaciones, teatro, proyecciones originales y los más de 30 talleres dictados por los diferentes grupos de divulgación de la UNAM, además de invitados como el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, o la Agencia Espacial Mexicana.

La historia empezó mucho tiempo atrás

Estos proyectos sirven de catalizadores para una serie de desarrollos tecnológicos y de investigación en áreas similares, y luego en otras que uno ni se imagina, explicó el astrónomo William Lee Alardín, a través de la Academia Mexicana de Ciencias.

Los preparativos necesarios para lanzar con éxito el Apolo 11 requirieron casi una década, años en los que se tuvo que desarrollar mucha ciencia y tecnología. “Recordemos que no se habían tenido comunicaciones a grandes distancias, lo cual fue un reto mientras se hacían las pruebas en las misiones preparatorias alrededor de la Tierra”, refirió.

De acuerdo con el científico, “Para los años 60 se requirió de un avance muy importante en las computadoras y también en materiales, porque las herramientas y equipos que funcionaban en la Tierra no estaban expuestos a las mismas condiciones a las que estuvieron en el espacio (vibraciones, radiación, impactos de meteoritos, por ejemplo), y para ello se requirieron avances tecnológicos muy importantes”.

“Aunque las minicomputadoras que se usan hoy en nuestros celulares tienen mucha más capacidad que la tecnología de ese momento, pues los cálculos se hacían a mano, seguimos viviendo los beneficios del desarrollo tecnológico de aquella época”, agregó el ingeniero Eduardo Piña.

¿En México se hace ciencia espacial?

El México científico de hace 50 años era muy distinto. “Hoy tenemos una Agencia Espacial Mexicana, que trabaja en hacer y apoyar desarrollo tecnológico y espacial hecho por mexicanos. Otra función muy importante es el intercambio que existe con las diferentes agencias a nivel mundial”, sostuvo el representante de Universum.

Sin embargo, el doctor Lee aseguró que “la situación en la que estamos hoy (en Ciencia, Tecnología e Innovación) es mejor, pero tampoco es la más adecuada para un país con 125 millones de personas. En 1990 había menos de 6,000 miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) mientras que hoy, en el 2019, hay 28,600 académicos pertenecientes al SNI, pero para un país del tamaño de México este número es completamente insuficiente”.

Aunque en la actualidad el país sí participa en proyectos grandes e importantes, como el Gran Telescopio Milimétrico, no ha desarrollado suficientes proyectos de gran envergadura. “Si queremos contribuir y aprovechar el desarrollo de las tecnologías que se generan en los grandes proyectos, necesitamos desarrollar muchísimos más”, expuso.

“El esfuerzo de los seres humanos para llegar a la Luna fue enorme. Requirió de un esfuerzo financiero, técnico y político, motivado por la Guerra Fría. Ha habido varias etapas desde entonces y quizá lo que los países, entre ellos México, deben tener muy claro es qué proyectos quieren hacer”, comentó.

Las capacidades, tanto humanas como de infraestructura tecnológica, toman tiempo para ser desarrolladas “y una inversión sostenida, y es ahí donde tenemos mucho camino por recorrer”, añadió.

El futuro

“La gran ventaja que tiene la ciencia es que va evolucionando”, detalló el ingeniero Piña. Antes se pensaba que el átomo era indivisible. Ahora se sabe que hay muchas partículas más pequeñas. “Sobre la Luna, sabemos muy poco, y entre más sabemos, sabemos que no sabemos nada, porque hay muchas cosas que no se contemplaban y se van descubriendo en el camino”, declaró.

De acuerdo con Dolores Maravilla Meza, investigadora en el Instituto de Geofísica de la UNAM, de la Luna hay mucho por aprender, ya que después del Programa Apolo se han seguido haciendo estudios paralelos con los satélites artificiales, se ha descubierto, por ejemplo, que tiene una pequeña atmósfera que se llama exosfera y se ha descubierto que hay agua.

Nuevamente hay interés por explorar minerales y establecer una base lunar para que en el futuro se puedan mandar naves a Marte o a otras partes de nuestro sistema solar, también instalar un observatorio para estudiar nuestra galaxia y el universo, y hasta colocar una estación espacial en la vecindad de la Luna.