No tenemos ninguna posibilidad técnica de impedir la subasta de la casa Millon, que rematará en París 53 obras prehispánicas procedentes de México, de las cuales 28 son originales, ni de exigir la restitución de estos bienes culturales”, afirma tajante el abogado y diplomático Jorge Sánchez Cordero.

Lo anterior, explica en entrevista, con base en la Convención de París de 1970, que detalla las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir el tráfico ilícito de bienes culturales.

En el sistema legal francés existe la presunción de que el poseedor es una persona de buena fe. Las leyes galas son extremas en esto, porque viene de una tradición en la que se dice que la posesión equivale al título. El derecho francés es protector de los derechos del poseedor”, agrega.

 

 

Destaca que la subasta de Millon “se llevará a cabo a la luz pública y quien adquiera los bienes lo hará a la luz pública, así que la presunción de buena fe les asiste”.

El remate denominado Los imperios de la luz, que se realizará el miércoles 22 de enero a las 15:00 horas, en el Hotel Drouot de París, ofertará también 22 piezas, de esas 53, que son “recreaciones de reciente manufactura” y dos lotes que no tienen fotografía, por lo que no se dictaminaron, informa Alejandro Bautista, subdirector de Registro de Monumentos Arqueológicos Muebles del INAH, quien elaboró el dictamen a partir de una “revisión minuciosa” del catálogo digital de Millon.

El arqueólogo comenta que las 28 piezas proceden de cuatro regiones: el Occidente de México, el Altiplano Central, la Costa del Golfo y la zona maya.

Entre las obras originales, destacan varias máscaras en roca de estilo teotihuacano, que datan de entre el 200 y el 600 d.C.; un par de vasos mayas, así como dos cabezas de escultura, una maya elaborada en estuco.

Todas son valiosas. Su valor no es económico, sino patrimonial. Tal vez algunas no sean estética o estilísticamente llamativas, pero forman parte del patrimonio nacional”, señala quien aclara que el 3 de enero el INAH entregó a la Fiscalía General de la República (FGR) este dictamen y la denuncia para exigir la restitución de los bienes.

Por su parte, Sánchez Cordero dice que “la forma como los bienes culturales transitan del mercado ilícito al lícito es tenue. Y prácticamente es imperceptible que el mercado reconozca cuáles bienes culturales son de procedencia lícita o ilícita”.

Explica que la Convención de París “es sólo de derecho público, entre Estados, y privilegia la vía diplomática. Tiene serias limitaciones, porque la posibilidad de la restitución de los bienes culturales, ya sea robados o exportados, es sumamente pobre. Como rige entre Estados, tiene una disposición mal redactada, carece de una operatividad jurídica seria para poder exigir las restituciones al país de origen.

Además, el problema no es entre México y Francia, sino entre México y la casa Millon. El gobierno francés no tiene nada que ver, porque es una relación entre particulares. El problema es que debemos litigar en contra de los poseedores de esos bienes culturales. México sólo puede pedir la solidaridad internacional”.

 

 

 

Fuente: excelsior.