Quién diría que la apuesta más interesante de la foto instantánea estaría en la combinación con dotes digitales. Instax Mini Li Play es la nueva cámara de Fujifilm para los más nostálgicos asiduos a imprimir sus fotos de forma inmediata que permanecen enamorados de lo vintage.

Aunque quizás algunos de ellos lo perciban como una traición a sus principios, la inclusión de una pantalla digital para previsualizar fotos, y la incorporación de bluetooth para ver fotos en móvil y mandarlas desde él para su impresión, le vienen bien a Fujifilm, y nos encarrilan al mejor aprovechamiento del limitado papel de impresión.

La Instax Mini Li Play es una fusión de varios mundos: es al mismo tiempo que una cámara instantánea, una impresora portátil, un editor básico de foto y hasta un micrófono que añade sonido a las fotos. Luego de haberla probado por espacio de una semana, estas son nuestras primeras impresiones de la Instax Mini Li Play.

La instantánea definitiva es una híbrida

La Instax Mini Li Play llega con la presunción de quien es el integrante más disruptivo de una familia. Por todos lados se le ve poco familiar. Para empezar es la más pequeña de las Instax, todas ellas conocidas por su buen volumen que obliga a tener que cargarles con una correa todo el tiempo. La Mini Li Play le saca provecho a su título de diminuto y se convierte en por fin una cámara de Fujifilm que puede traerse, casi sin mucho problema, en un bolsillo amplio.

No es que Fujifilm no pueda esmerarse un poco más en tener equipos más compactos. Los bordes del reverso que sobresalen a las dimensiones del cartucho para impresión aún son vastos. Cuando menos no es lo suficientemente voluminosa para obligar a usarle con dos manos, pues su peso se conserva en unos 255 gramos sin contar cartucho.

Vamos con las novedades. Pantalla de LCD 2.7 pulgadas que cuenta con aproximadamente 230,000 pixeles. Sí, por fin podemos equivocarnos al momento de tomar una foto con una cámara instantánea. Inmediatamente después de capturar aparece en pantalla el resultado, toma que se almacena por default en la memoria interna del dispositivo que tiene espacio para aproximadamente 45 tomas. Por si acaso, la memoria puede expandirse vía micro SD, aunque no nos han confirmado el límite de capacidad.

La película Instax que se usa para las impresiones esconde en sus márgenes blancos los químicos responsables del revelado. Los químicos están encapsulados en “burbujas” que explotan cuando pasan por los rodillos que hacen que la película sea expulsada. Un poco de luz, y esos químicos hacen que la foto sea “revelada”
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Aunque indispensable es la pantalla para interactuar con la interfaz de la cámara surtida de una amplia variedad de menús, definitivamente no le vendría mal un poco más de brillo, pues he padecido de su poca luminancia sobre todo ante el rayo batiente de medio día.

La pantalla además sirve para interactuar con una interfaz que permitirá hacer edición básica sobre las tomas, consistente principalmente en la posibilidad de añadir hasta 13 marcos y seis filtros, todos ellos pueden activarse antes de hacer una toma, o bien, pueden añadirse posteriormente.

Los filtros de la cámara son ‘Estilizado’, ‘Vivo’, ‘Lente de ojo de pez’, ‘Póster’ ‘blanco y negro ‘ y ‘Sepia’

En los accesos rápidos disponibles también está el autodisparador que puede configurarse en dos y 10 segundos, así como la disponibilidad del flash.

Bajo la pantalla hay tres botones más, uno para “retroceso” para la navegación en la interfaz, otro para visualizar las fotos tomadas, y uno más dedicado a la tarea de impresión. Hay que decir que la interfaz aún se siente rudimentaria, donde el trabajo que resta por hacer en intuitividad es todavía bastante amplio.

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¿Es la calidad de imagen de una cámara instantánea una punto determinante para comprar una cámara instantánea? No es que las cámaras vintage se den a conocer por su potente procesamiento de imagen o precisa reproducción de colores, así que si ese es su principal preocupación para conseguir una cámara instantánea, me temo que no conseguirá aquí lo que busca.

Seamos claros: el sensor incorporado en la Instax Mini Li Play es de 1/5 pulgadas y su apertura es de un nada despreciable F/2.0. Tenemos además auto foco, margen de ISO de 100 a 1600 y velocidades de obturación que van de los 1/4 a 1/8000. Todas las configuraciones son totalmente automáticas y no hay ninguna modalidad que permita al usuario iniciado jugar con ellas en la captura de foto.

No es que las cámaras instantáneas se distingan por la libertad de experimentación que conceden a sus usuarios, pero la Mini Li Play ha dejado pasar una auténtica veta de oportunidad para hacer valer su posicionamiento de ser la verdadera “disruptiva de la familia”.

Tan solo por los niveles máximos de ISO y velocidad de obturación más lenta, sabremos ya que la Instax Mini Li Play la pasa particularmente mal cuando se trata de fotos de noche, de manera que sí o sí habremos de recurrir al flash, con el consecuente “lavado” de imagen que aquello supone.

Además de la inexistencia de un modo para manejar niveles de ISO y de velocidad de obturación, a pesar de que sí tenemos en software forma de subexponer y sobreexponer foto después de capturar, no me explico cómo es que se determinó dejar de fuera un balance de contraste y uno de balance de blancos, en dos opciones que me parecen obligatorias incluso para la edición más elemental.

La solución pasa por una de las características más llamativas de la Mini Li Play, su capacidad de fungir como impresora portátil.