Los viticultores franceses pueden respirar aliviados. Y el Gobierno francés también. Parece que no habrá, por el momento, revancha arancelaria estadounidense sobre sus vinos por la “tasa Google” francesa, tal como llevaba amenazando Washington todo el verano. Una decisión que no se debe tanto a los buenos caldos que han acompañado las comidas de los mandatarios participantes en la cumbre del G7 en Biarritz sino, más bien, a las intensas negociaciones entre los responsables de Economía franceses y estadounidenses, que han llegado a un compromiso sobre el controvertido impuesto a las plataformas digitales que Francia aprobó en julio, para indignación de Estados Unidos.

El acuerdo debe ser ratificado aún por los presidentes Emmanuel Macron y Donald Trump al término del encuentro de Biarritz, este mismo lunes, aunque el presidente estadounidense ya adelantó a primera hora que la conciliación estaba “cerca”. Según la agencia Reuters, el compromiso alcanzado implica que Francia reembolsará a las empresas afectadas la diferencia entre la tasa gala, que se aplica retroactivamente desde primeros de año, y el nuevo sistema de tasación internacional que está preparando la OCDE para gravar a estas compañías que hacen multimillonarios negocios en países en los que no están físicamente presentes.

La disputada normativa gala prevé una tasa de 3% a los ingresos de servicios digitales en Francia de todas las tecnológicas que tengan un volumen de negocios de más de 750 millones de euros en todo el mundo y de 25 millones en el país europeo. París siempre ha defendido que no es un impuesto contra empresas norteamericanas sino contra cualquier multinacional de este tipo, pero el nombre mismo por la que se la conoce en Francia, la tasa GAFA, por las siglas de empresas como Google, Amazon, Facebook o Apple, daba cuenta de que estas eran las principales afectadas, como se encargaron de denunciar las compañías norteamericanas en las pasadas semanas.

El Gobierno francés nunca ha ocultado que su preferencia era lograr un acuerdo internacional y desde el primer momento se mostró dispuesto a retirar su impuesto en cuanto se lograra un pacto global. En la última reunión preparatoria del G7, celebrada hace justo un mes en Chantilly, en las afueras de París, los ministros de Economía acordaron que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) debería presentar a comienzos del año que viene una “arquitectura” de reglas que puedan adoptar todos los Estados para regular —y tasar— a las tecnológicas.

Pero según ha confirmado la OCDE este mismo lunes, los planes podrían estar más avanzados de lo inicialmente previsto y el organismo con sede en París se apresta a desvelar sus planes a mediados de octubre.

“La propuesta será presentada a las partes próximamente y será publicada antes del encuentro de ministros de Finanzas del G20 a mediados de octubre, en los márgenes de la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI)”, dijo el director del Centro de política y administración fiscal de la OCDE, Pascal Saint-Amans, al diario Les Echos.

El acuerdo ha sido negociado en intensas reuniones del ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, y una delegación estadounidense compuesta por el secretario del Tesoro norteamericano, Steven Mnuchin; el secretario de Comercio, Robert Lighthizer, y el asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, quienes celebraron varios encuentros en los márgenes de Biarritz el sábado y el domingo.

La víspera, Macron ya dio visos de que las dos partes se acercaban a un acuerdo cuando reconoció que la tasa francesa era “muy imperfecta” y que era “mucho más inteligente tener una fiscalización internacional”.