Por Mar Morales

Desde muy chica escuchaba decir a mi madre que los milagros están siempre más allá del miedo.

La frase parece inspiradora pero no siempre se comprende; sin embargo, hay personas cuya existencia misma es un milagro.

Tal es el caso de Lucy Zamora.

Lucy vivió como miles el infierno del terremoto del 19 de septiembre de 2017 en la Ciudad de México. No sólo lo vivió, lo sufrió, ya que estuvo sepultada por 36 horas en el edificio que estaba ubicado en la calle de Álvaro Obregón 286 en la capital del país.

A Lucy, como muchos, las terribles coincidencias de la vida estuvo a punto de dejarla sepultada. ¿Quién iba a imaginar que de nuevo un 19 de septiembre la tierra se cimbrara de esa forma, cobrando tantas vidas y dejando a tanta gente sin hogar?

Pero tan inexplicable fue el suceso que vivió Lucy como la forma de salir de eso.

La actual conferencista y escritora ha narrado en diferentes partes que lo vivido jamás sirvió para quedarse atrás o para vivir atrapada en las paredes del recuerdo.

Con el paso de los meses se reincorporó al trabajo y lo hizo con más pasión, con un firme objetivo enfrente: ayudar a los demás.

“No tiene que moverse la tierra para recordarnos que hay que seguir ayudando”.

Al ser rescatada de los escombros y ante la nueva oportunidad de vida, Lucy fue entrevistada por varias marcas y medios de comunicación, que veían en ella esa inspiración y esa esperanza que tanto nos falta a veces.

La joven mujer emprendedora no cesó en su intento de ser inspiración en la vida de otras personas y por ello aceptó la invitación para colaborar dando su testimonio en el libro Puños en alto  por México, recopilación de fotografías y relatos de aquellos que como ella estaban frente a una nueva oportunidad de vida.

El libro, de venta física en Amazon, salió a la luz en octubre de 2017 y todo lo recaudado se destinó para la reconstrucción de la Ciudad de México.

Iniciativa ciudadana, altruista y llena de amor, como la propia Lucía lo dijo “Es una iniciativa de gente emprendedora, de gente tuitera”.

En ese tiempo, como ahora durante la pandemia de covid-19, no solo se colapsó la vida de las personas, también hubo una crisis económica severa. Los comercios de la zona donde laboraba estaban prácticamente en quiebra.

Fue entonces cuando decidió crear su propia marca, Luz y Zamora, haciéndole notar a todo aquel que se encuentra sumergido en las sombras debido a un evento traumático, que siempre, aunque suene trillado, hay una luz de esperanza al final del túnel.

Lucía actualmente vive en España y desde ahí sigue dando conferencias y escribiendo. Para ella la caída del edificio donde se encontraba no fue el derrumbe de su mundo, todo lo contrario, fue el impulso para adentrarse en sus sueños de ser reconocida como escritora, tener ese momento y ese espacio para poder lograrlo sin quitarse de la mente que no todo es para ella, es para compartir a los demás.

Confesaré que esta joven mujer que hoy les presento y con la cual abro esta sección es una de las personas que para mí han sido inspiración, no solo porque me identifico con su historia (algo similar viví en el terremoto del 85, pero no me distraigo con este relato por ahora), Lucy me inspira porque como mujer de fe que soy entiendo, aunque a veces mi lado humano me lo impida, que Dios actúa de formas inexplicables para llevarnos a su plan perfecto.

Para ella, como para mí y quizá para muchos de ustedes, una desgracia, una catástrofe, un momento oscuro, no representó el fin, por el contrario, fue renacer para vivir ayudando, para crecer, para liberarnos del egoísmo que muchas veces nos mueve y no nos lleva a nada.

Hoy quizá lo vivido por Lucía será inspiración también para ti y por ello te invito a que si sabes de alguien que tenga una historia que nos inspire me la hagas llegar, porque en este momento, mientras tú me lees podría haber una persona que necesite hacernos saber que siempre, sin duda alguna, hay esperanza.

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