Por Mar Morales

Después de casi nueve meses de pandemia hoy por la mañana el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo el llamado a quedarse en casa para evitar la propagación de contagios a causa del coronavirus.

Esto lo dijo en un escenario nada halagador, pues en el país tenemos contabilizados hasta hoy viernes  1 millón 156 mil 770 casos positivos confirmados acumulados y 108 mil 863 defunciones , situándonos según cifras oficiales, en  el cuarto país más enlutado del mundo.

El llamado del presidente se da justo al comienzo del mes de diciembre, cuando sabemos que las personas se reúnen tanto en familia como en los centros de trabajo para brindar y despedir el año, sin dejar de mencionar las festividades religiosas como el día de la virgen de Guadalupe, considerada la más importante para los creyentes mexicanos que llegan a la capital del país a festejar a la “morenita”.

Las cosas, pues, están mal.

Hace cuatro días Tedros Adhanom, director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hizo el siguiente llamado: “Queremos pedirle a México que se lo tome muy en serio”, ya que, agregó,  nuestro país se encuentra en “una mala situación de cara la pandemia de COVID-19″.

Dichas advertencias no fueron tomadas en su momento con la seriedad debida, sobre todo por el subsecretario López Gatell, quien en conferencia sobre el tema la minimizó diciendo que eso mismo “se lo dice a todo el mundo”.

El punto es que llegó diciembre y la pandemia ha enlutado a miles de familias, ha dejado a miles de huérfanos y ha dejado a millones de personas sin empleo.

No nos vino “como anillo al dedo”, por el contrario, la tristeza, la desesperación, el dolor de muchos, casi todos inocentes, marcarán para siempre estas fiestas decembrinas.

El llamado de Andrés Manuel, desde mi punto de vista, demasiado tardío, aunque tomó como referencia el alto índice de contagios y decesos que hay en la CDMX (mientras escribo hay  hospitalizadas 3 mil 917 personas con COVID-19. habiendo un incremento en los últimos 7 días de 285 camas y una ocupación del 56 por ciento)  debe ser escuchado a nivel nacional y debe tomarse, como lo dice el director de la OMS, muy en serio, incluso en aquellos estados donde el semáforo epidemiológico pasó a verde, pues eso no quiere decir que la pandemia ya haya terminado.

“El hubiera”, lo sabemos, no existe, pero si se hubieran tomado medidas más estrictas para contener la pandemia desde el inicio, no estaríamos parados donde estamos.

 VERACRUZ PASA A VERDE

Y en un mundo paralelo, hoy durante la conferencia diaria que transmite la Secretaría de Salud federal, vimos que en nuestro estado, Veracruz, está en verde, según se marca en el semáforo epidemiológico.

Esto quiere decir que los veracruzanos, según esta óptica, estamos en riesgo bajo y que los contagios han ido a la baja.

La noticia de este cambio en el semáforo incendió las redes sociales, ya que al corte de lo informado el día de ayer,   3 de diciembre, las cifras son las siguientes:

40 mil 003 (+61 nuevos) en 207 municipios; los casos activos ascienden a 418 y representan el mayor riesgo por haber iniciado con síntomas en los últimos 14 días.

No, por supuesto que no les quiero echar a perder la fiesta, pero la emergencia en Veracruz no ha pasado.

Ojalá que nos expliquen bien el criterio empleado para el cambio repentino de semáforo porque hay muchas vidas en riesgo si se da por entendido que estamos a salvo de contraer la enfermedad y nos lanzamos a la calle sin precaución.

Del mismo modo vamos a ver qué tan responsables somos como sociedad y qué medidas toman los gobiernos en cada municipio, porque cuidarnos está en todos nosotros más allá del color del semáforo o del deseo de una celebración que nos deje en pocas semanas algún enfermo grave en casa o algún deceso que lamentar. Mucho cuidado. 

Contacto: coordinacion@elchochol.com