En Bélgica este verano es muy distinto a los demás debido a la pandemia.
Y es que aunque aquel país empieza a abrir sus fronteras después del confinamiento, aún sigue el temor al contagio por el SARS-CoV-2.
Por ello decidieron mejor subirse a los árboles. Sí, así como lo leen, los belgas deciden guardar la sana distancia subiéndose a los árboles en unas carpas en forma de lágrima.
Estas carpas no son precisamente nuevas, ya existían en aquel país y son idea del artista holandés Dré Wapenaar. Lo curioso es que no fueron creadas específicamente con ese fin, pero ahora aprovechando la coyuntura y como el ingenio humano no tiene fin, así la están disfrutando.
La idea de las carpas tuvo un fin ecológico. Se diseñaron en 1990 para apoyar a los ambientalistas que querían parar la poda de los árboles.
Ahora, se rentan a un precio de 70 euros la noche y han tenido una demanda increíble. De este modo, los belgas han pasado del “Quédate en casa” al “veranea en el árbol” y al parecer lo están disfrutando.
¿Cómo lo ven?