Se ha dicho de que en México sólo falta “echarle ganas” para salir de pobre; que aquél que no tiene los medios para sobresalir es porque no quiere. Sin embargo, un estudio realizado por la Oxfam revela que eso no es más que un mito; hay pocas posibilidades para que una persona pueda mejorar su situación económica.

El texto, Por mi raza hablará la desigualdad, realizado en colaboración con el Colegio de México; señala que una persona de bajos recursos tiene 11.5 veces menos posibilidades de alcanzar una posición económica alta, que aquella que proceda de una posición acomodada.

Sólo el 1.8% de las personas que nacen en entornos precarios tiene posibilidades de mejorar su condición en nuestro país. En otras palabras, se habla de una inmovilidad social prácticamente perpetua, donde el origen determina el futuro de un ser humano.

La raza y el color de piel también determinan la movilidad social en México

A lo anterior hay que sumar otros factores como la raza, idioma y color de piel en lo que se refiere a la movilidad social en México; dichos factores también son determinantes, donde una persona de raíces indigenas o con una tez más oscura, tendrá mayores problemas en ascender en la escala.

Por el contrario, alguien de origen caucásico o mestizo, tiene más facilidades. De igual manera, el hablar una lengua originaria será motivo de rechazo y estancamiento; contrario a si se domina el español o otro idioma extranjero; que otorga una mayor jerarquía.

Aunque dichos señalamientos (tono de piel, legua y etnia) llegan a tener una menor injerencia si se compara con el nivel socioeconómico de nacimiento. Es decir, la exclusión se da más por el poder adquisitivo, que por el color de piel, por dar un ejemplo.

Ojo, no se están negando los casos de éxito, donde alguien logra sobresalir a pesar de las dificultades históricas y personales; no obstante, los mismos son contados.