Hace menos de un mes, Rafael Nadal y Roger Federer se citaron en casa del primero. En semifinales de Roland Garros, el balear no dio opción alguna al suizo en el camino hacia su 12ª Copa de los Mosqueteros. Este viernes, ambos volvieron a verse las caras, aunque en esta ocasión se citaron en la casa del suizo. 11 años después de su último choque en Wimbledon, Federer hizo valer su condición de local y batió a Nadal, citándose en la final con Novak Djokovic (7-6, 1-6, 6-3 y 6-4).

Mandaron los servicios en el primer parcial. Apenas dispuso Federer de un par de bolas de break, por ninguna del balear, hasta la llegada del tie break. Ahí no perdonó el suizo, que se apuntó el set en el desempate tras enlazar cinco puntos seguidos a bordo de un saque que volaba y que Nadal era incapaz de leer.

Pero en el segundo set la cosa cambió. Tras levantar dos bolas de break, Nadal rompió el saque de Federer en el cuarto juego y activó el modo rodillo. Ni una opción dio de levantar el parcial al suizo, que pareció dejarse ir pensando y guardar fuerzas para lo que quedaba por delante.

Y las sacó en el siguiente parcial. Rompió en el cuarto juego, sofocó la intentona de Nadal de conseguir el contrabreak levantando un 15-40 y metió la directa con un saque que volvió a funcionar. El suizo no dio más opciones de quebrar y cerró el set con un autoritario juego en blanco.

Olía la sangre Federer, que siguió apretando y volvió a quebrar recién iniciado el cuarto set. El suizo, crecido en su jardín, flotaba en la pista y llegaba a casi todas las bolas que mandaba Nadal como si volviera a tener 20 años. Aprovechó su momento, supo aguantar las acometidas del balear y selló su presencia en la final, en la solo el número uno le separa de su novena corona.

 

Fuente:ELPaís